lunes, 5 de octubre de 2009

El sol me conoce bien
sale cada mañana
pero se acuesta cuando yo quiero,
a veces duerme al medio día,
a veces padece de insomnio,
entra por la ventana
con la familiaridad del dueño de la casa,
se mira largamente en el espejo,
me sonríe,
me hace un guiño,
por un momento se queda atrapado en mi pupila,
luego se va danzando,
jugueteando con alegre premura
para perderse por las hendijas
del contraluz de mi propia sombra.

Atardecer...